El calor era brutal.
Hiroaki y Hiroshi se habían lanzado de lleno contra el Boom nada más pisar la pradera, confiados en su nueva fuerza. Y al principio, el combate parecía manejable.
Hiroshi embestía con su nueva EspadaLarga, moviéndose con soltura pese a la temperatura abrasadora. Cada golpe de su espada producía una onda de calor que los hacía retroceder, pero él no paraba.
Mientras tanto, Hiroaki atacaba desde la retaguardia, conjurando magia de hielo y agua.
—¡Hielo++! —gritó, lanzando una ráfaga helada que impactó en el cuerpo ardiente del Boom.
El monstruo chilló, estremeciéndose ante el impacto. Era claro: el hielo y el agua eran su punto débil.
Hiroshi, jadeando pero sonriente, no dejaba de asestarle tajos.
—¡Vamos! —gritaba—. ¡Vamos a por ese Alma de Boom!
Pero Hiroaki empezó a notar algo raro.
El Boom no solo resistía... estaba hinchándose.
Al principio era casi imperceptible: una leve expansión en su forma ardiente. Pero cuanto más golpeaba Hiroshi, más crecía el cuerpo incandescente del enemigo.
Hiroaki entornó los ojos, observándolo.
—¿Qué...? —murmuró.
Mientras tanto, Hiroshi empezaba a mostrar signos de agotamiento grave.
El sudor le empapaba la frente, resbalándole por el rostro. Sus piernas flaqueaban, su respiración era un jadeo tembloroso.
—¡Tío... —gruñó Hiroshi, tambaleándose—... ¡Este calor es inhumano!¡Me está matando!
Hiroaki, sin apartar la vista del Boom, murmuró:
—Ten cuidado, Hiroshi... El calor que desprende ahora es mucho más fuerte.
—¡No me lo digas dos veces! —espetó Hiroshi entre jadeos—. ¡Esto es un infierno! Pero no se detuvo.
Con un rugido, Hiroshi activó una de sus mejores habilidades:
—¡Danza de la Espada!
Su cuerpo se movió en una ráfaga imparable, decenas de golpes veloces impactando contra el cuerpo del Boom.
¡Clang! ¡Clang! ¡Clang!
Cada impacto parecía alimentar al monstruo, que seguía hinchándose como una burbuja infernal.
Hiroaki frunció el ceño, sintiendo que algo iba muy mal.
—Tío... para. ¡PARA! —gritó de repente.
Hiroshi, en pleno frenesí, apenas pudo oírlo.
—¿Qué? ¡Tío, estaba en la mejor parte! —protestó, jadeando.
Hiroaki apretó la vara con fuerza.
—¡Está preparando un kamikaze!
Hiroshi parpadeó, confuso.
—¿Un qué?
—¡Un kamikaze! —repitió Hiroaki, con urgencia—.¡Se va a autodestruir, y si eso pasa perdemos todo!Ni monedas, ni alma de Boom, ¡nada!
Hiroshi se quedó helado.
—¡¿No me jodas, tío?! —exclamó—. ¡Yo que creía ya tener mi espada Karmesí...!
Se apartó del Boom rápidamente, jadeando como si hubiese corrido un maratón.
—¿Y ahora qué? —preguntó, agachándose, desesperado—.¿Se te ocurre algo mejor?
Hiroaki respiró hondo, bajando la vara lentamente.
—Déjamelo a mí.Yo soy el mago aquí.Esta vez, me toca a mí manejarlo.Hiroshi, aún jadeando, asintió.
—Vale... confío en ti, tío.
Hiroaki abrió su menú de habilidades rápidamente.
Las palabras brillaban ante él:
Piro++ Hielo++ Electro++ Cura++ Aero++ Aqua++
Todas, todas sus magias principales, habían alcanzado su forma mejorada: el doble de potentes, más rápidas, más mortales.Cerró el menú con un destello en los ojos.
—Con esto... —murmuró—.Con esto sí puedo enfrentarlo.
Se plantó frente al Boom, la vara vibrando en su mano, cargando un hechizo de agua de intensidad devastadora.
Su mirada era fría como el hielo.
—Es hora de acabar contigo... —susurró.
Y justo ahí, Hiroaki terminó de reunir todo su poder para lanzar:¡Aqua++!
El Aqua++ surcó el aire como un torrente devastador, pero en el último segundo, el Boom giró ágilmente sobre sí mismo. ¡FUUUSH!
La corriente de agua pasó de largo, impactando contra la hierba y apagando parte del incendio que el propio monstruo había provocado.
Antes de que Hiroaki pudiera reaccionar, el Boom se impulsó hacia él como una bala de fuego viva.
—¡Mierda...! —jadeó Hiroaki, esquivando hacia un lado en el último instante.
El calor del Boom lo rozó por un segundo.Fue suficiente para que la piel de su brazo sintiera una punzada dolorosa, como si hubiera acercado demasiado la mano a una hoguera.
Miró el suelo.
La hierba por donde había pasado el Boom no existía ya.Era ceniza negra, arrasada al instante.
Los ojos de Hiroaki se abrieron de par en par.
—Si me toca... —pensó, helado—... me quema vivo.
El Boom no era solo una masa de fuego.Era un ser pensante.Un depredador consciente de su calor letal. Un enemigo que usaba su cuerpo como un arma mortal.
La situación era infinitamente peor de lo que había imaginado.
—No puedo acercarme —pensó, jadeando—.Si me acerco, me achicharra. Si le lanzo magia, la esquiva...¡¿Qué coño hago?!
El Boom rugió de rabia, preparándose para otro placaje.
Hiroaki no podía perder tiempo.
Apuntó rápido con su vara, desesperado:
—¡HIELO++!
Una ráfaga helada surgió como un latigazo azul, pero el Boom, astuto, esquivó girando sobre su eje.
Volvió a abalanzarse contra Hiroaki.
El mago esquivó apenas, sintiendo el aliento abrasador rozarle el rostro.
Sudor frío le recorrió la espalda.
Su mente era un torbellino.
—¡No puedo seguir así! ¡No puedo acercarme!¡No puedo tocarlo!¡Y si Hiroshi interviene, lo haría explotar!
La impotencia le golpeó el pecho como una maza.
Hiroaki cerró los ojos por un segundo, concentrándose entre los latidos frenéticos de su corazón.
—Piensa, piensa, piensa...
Y entonces tuvo una idea.
Era arriesgado.
Pero era mejor que nada.
—¡Cuando se lance... cuando venga directo a mí...!
Apuntó su vara al frente, cargando una enorme cantidad de energía acuática en la punta.
El Boom rugió de nuevo y se lanzó.
Una flecha de fuego viva, imparable.
Hiroaki apenas esperó.
Dejó que el monstruo se acercara lo suficiente.Y justo cuando iba a alcanzarlo, Hiroaki gritó:
—¡AQUA++!
Una gigantesca corriente de agua comprimida brotó del bastón como un disparo.
¡BOOOOOM!
El impacto fue directo, brutal.
El Boom, sorprendido en pleno vuelo, fue empujado hacia atrás y salió disparado, rodando por el suelo de la pradera en un torbellino de vapor y brasas.
Hiroaki se quedó sin aliento, el brazo estirado, jadeando.—¡Así se hace, tío! —exclamó para sí mismo, sonriendo con orgullo.
Había funcionado.Lo había derribado.
Por un instante, la esperanza brilló en su pecho.
Pero entonces, entre el humo y las brasas, una silueta volvió a levantarse lentamente.
El Boom.
Chorreando vapor, con grietas brillantes recorriendo su cuerpo ardiente.
Más enfadado que nunca.
Hiroaki ajustó el agarre de su vara, su sonrisa apagándose.
Sabía que la pelea aún no había terminado.
No por mucho.
El Boom, envuelto todavía en humo, se tambaleó un segundo... y entonces empezó a temblar.
Hiroaki y Hiroshi se miraron, tensos.
—¿Qué coño... está haciendo ahora...? —murmuró Hiroshi, con el ceño fruncido.
De repente, el cuerpo del Boom cambió de color.
Su rojo ardiente se transformó en un azul profundo, casi eléctrico. Su fuego se apagó, sustituido por una neblina heladaque se desprendía de su nueva forma.
Una oleada de frío brutal golpeó la pradera.
Hiroshi abrazó sus propios brazos, tiritando violentamente.
—¡Joder, tío, qué frío hace ahora! —se quejó—. ¿¡Qué coño ha pasado!?
Hiroaki, con los ojos clavados en el monstruo azul, analizó rápidamente la situación.
—Ha cambiado... —susurró, impresionado—.Ya no es de fuego.
Se volvió hacia Hiroshi, muy serio.
—Ahora es... ¡de hielo!
El Boom flotó un par de metros en el aire y descendió bruscamente, golpeando el suelo.
A su alrededor, la hierba se congeló al instante.
El hielo se extendía en todas direcciones, cubriendo la pradera con una capa cristalina.
Hiroshi intentó dar un paso... y casi cayó de culo.
—¡Mierda, mierda, mierda! —gritó, luchando por mantener el equilibrio—. ¡Esto es una pista de patinaje, tío!
Hiroaki apretó los dientes, irritado.—Lo que me faltaba... —murmuró—.No solo hace un frío que te cagas, ¡sino que además no podemos ni movernos bien!
El Boom avanzó lentamente, su cuerpo flotando apenas sobre el hielo.
Cada movimiento suyo parecía más seguro que los de Hiroaki y Hiroshi, que patinaban torpemente para evitar caer.
Hiroaki miró su vara.
—Quizá... —pensó rápidamente—.Quizá pueda derretir el hielo.
Sin pensarlo más, apuntó al suelo frente a él y gritó:
—¡PIRO++!
Una intensa bola de fuego brotó de su bastón, impactando directamente sobre el hielo.
¡FUUUSH!
El hielo se derritió en un charco de agua templada.
Hiroaki sonrió con alivio.
—Funciona...
El Boom, al ver su terreno congelado derretirse, soltó un rugido agudo.
Su "rostro" llameante azul pareció torcerse en frustración.
—¿Qué pasa, eh? —dijo Hiroaki en voz baja,sonriendo de medio lado—.¿No te gusta que te cambien las reglas?
Hiroaki comenzó a lanzar ráfagas de fuego directo hacia el Boom.
—¡PIRO++! ¡PIRO++!
Pero el monstruo esquivaba cada ataque, deslizándose sobre el hielo con movimientos imposiblemente ágiles.
Hiroshi, mientras tanto, sonrió con una chispa de picardía.
Se llevó las manos a la boca y gritó con fuerza:
—¡EH, CARACULO! ¡¡ESTOY AQUÍ!! El Boom giró bruscamente hacia él, atraído por la provocación.
Era el momento.
Hiroaki concentró toda la energía mágica que pudo reunir.
Una luz roja intensa empezó a emanar de su vara.
Con una voz potente, casi como un trueno, gritó:
—¡METEORITO!
El cielo sobre ellos pareció abrirse.
Cuatro enormes rocas envueltas en llamas surgieron de las alturas, descendiendo con una velocidad imposible.
Una tras otra, impactaron contra el Boom.
¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM!
Cada meteorito explotó al contacto, levantando nubes de vapor y fragmentos de hielo despedazado.
El último golpe fue tan brutal que toda la pradera tembló.
Cuando la nube de humo helado se disipó...No quedaba nada del Boom.
Solo vapor.
Y el frío... desapareció.
La temperatura subió de golpe, volviendo ala normalidad como si nunca hubiera pasado nada.
La hierba volvió a mecerse suavemente bajo una brisa cálida.
Hiroaki dejó caer su vara al suelo, cayendo de rodillas.
Hiroshi se desplomó a su lado, jadeando.
—Tío... —murmuró Hiroshi entre respiraciones agitadas—.Eso... eso ha sido brutal.
—Sí... —susurró Hiroaki, sonriendo débilmente—.Brutal...
En ese momento, frente a ellos, algo brilló intensamente en el suelo.
Una esfera pequeña, flotante, de un azul rojo intermitente.
Hiroshi, pese a estar agotado, saltó como un rayo hacia ella.
La agarró entre sus manos y la sostuvo en alto, como si fuera un trofeo de guerra.
Una ventana emergió ante ellos:
---
[¡Has obtenido: Alma de Boom!]
---
—¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ! —gritó Hiroshi, saltando dealegría—.¡POR FIN!¡Ahora sí que voy a fabricar la Espada Karmesí, tío!
Giró hacia Hiroaki, sus ojos brillando como los de un niño en Navidad.
—¡Una espada legendaria capaz de cortarlo todo!¡Todo, tío, TODO!
Hiroaki sonrió, dejando escapar una carcajada cansada.
—Te lo has ganado, Hiroshi.
Entonces, otra notificación parpadeó frente a ellos:
---
[¡Subida de nivel!] Hiroaki y Hiroshi han subido 3 niveles.
Nivel 30 → 33
---
Nuevos parámetros de Hiroaki: HP: 3200 (+300) → 3500PM: 5000 (+450) → 5450Fuerza: 120 (+15) → 135Defensa: 220 (+20) → 240Poder Mágico: 640 (+60) → 700Agilidad: 210 (+15) → 225
---
Nuevos parámetros de Hiroshi: HP: 5000 (+400) → 5400PM: 1200 (+100) → 1300Fuerza: 700 (+70) → 770Defensa: 500 (+40) → 540Poder Mágico: 80 (+0) → 80Agilidad: 250 (+25) → 275
---
Ambos sonrieron, exhaustos pero satisfechos.
Habían sobrevivido.
Habían vencido.
Y ahora, eran aún más fuertes.
La aventura en Calisthea seguía...Pero aquel combate contra el Boom quedaría grabado en su memoria para siempre.
Hiroshi, sin perder ni un segundo, salió disparado hacia la forja, gritando emocionado:
—¡Voy a fabricar mi Espada Karmesí, tío!
Hiroaki, mientras tanto, recogió las monedas de recompensa que flotaban en el aire. La notificación apareció frente a sus ojos:
---
[Has obtenido: 14.000XP][Has obtenido: 2000 monedas de oro][Has obtenido: 30 puntos de PH]
---
Al ver el aumento de PH, Hiroaki parpadeó, extrañado.Hiroshi, desde la distancia, le hizo señas:—¡¿Vienes o qué, tío?!
Hiroaki alzó una mano.
—¡Ahora voy! Solo... tengo que comprobar una cosa.
Abrió el menú, sus dedos moviéndose casi por instinto, y seleccionó [Panel de Personaje].
Las estadísticas se desplegaron ante él en una ventana flotante. Todo parecía normal… hasta que bajó un poco más.Allí, al final de la lista de habilidades disponibles, parpadeaba algo distinto.
Una habilidad nueva.
No tenía nombre.Solo tres signos de interrogación:
---
[???] Coste: 100 PH Descripción: ???
Consumo de PH: 100
---
Hiroaki sintió un escalofrío recorriéndole la espalda.
El corazón le dio un vuelco.
¿Una habilidad oculta? ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué costaba tanto?Normalmente las habilidades costaban entre 10 y 30 PH… pero esta pedía 100.
Casi todo lo que tenía.
Se quedó allí, inmóvil, mirando la habilidad, con el pulso acelerado.
Una gota de sudor frío resbaló por su sien.
¿Y si era algo beneficioso?Toda habilidad era bienvenida en un mundo como Calisthea.
Pero entonces, otra idea sombría se coló en su mente:
¿Y si era algo perjudicial?¿Y si le arrebataba el control?
Su cabeza se convirtió en un hervidero.
Una voz le susurraba tentadora:
> "¿Y si este poder es la clave para sobrevivir...? ¿Y si es tu única oportunidad de derrotarlo...?"
Otra voz más oscura replicaba:
> "¿Y si es una trampa? ¿Y si pierdes todo lo que has logrado?"
Hiroaki tragó saliva, incapaz de decidir.
Sus dedos flotaban sobre el icono.
¿Qué hacía esa habilidad?No había descripción.No había datos de daño.No había coste de PM.No había nada.
Nada. Solo un abismo de interrogantes.
Pasaron cuatro minutos y medio.Cuatro eternos minutos de lucha interna.
Su corazón latía desbocado, golpeándole las costillas con violencia.
Su respiración era pesada.Su mano temblaba levemente.
Finalmente, cerró los ojos con fuerza, respiró hondo… Y una ventana emergente flotó en frente suya:
[Desea desbloquear la habilidad: ???] [Sí/No]
Entonces extendió el dedo.
Su pulgar tembloroso descendió.Tocó en [Sí]
La desbloqueó.
---
El sonido del martillo golpeando el metal retumbaba en toda la herrería.Hiroshi, rebosante de emoción, entregó el Alma de Boom al herrero, casi saltando sobre el mostrador.
—¡Aquí tienes! ¡El Alma de Boom! —exclamó.
El herrero, la examinó con atención y sonrió ampliamente.—Con esto... puedo hacer algo muy especial, chico. Algo que te va a encantar. Será muy beneficioso para tus combates.
Los ojos de Hiroshi brillaron de emoción.
—¡Ostras! ¡Qué guapo, tío! ¡Venga, venga, venga, venga! ¡Hazla ya! —apremió, agitando los brazos.
El herrero soltó una carcajada.
—¡Sí que tienes ganas, chico! ¡Muy bien! ¡Vamos a ello!
En ese momento, la puerta de la herrería se abrió suavemente.Hiroaki entró, su rostro serio, pensativo, con una sombra de preocupación en los ojos.Todavía tenía en mente la extrañahabilidad oculta que había desbloqueado... mientras el eco de los martillazos llenaba la sala.
—¡Tío! —llamó Hiroshi, dándose la vuelta—. ¡Si que has tardado! ¿Ha pasado algo? ¿Qué tenías que observar tan urgente?
Hiroaki tardó un segundo en responder. Luego, forzando una pequeña sonrisa, negó con la cabeza.
—Nada... —dijo tranquilamente—. Una cosa sin importancia.
Pero dentro de su mente, un pensamiento persistía, latiendo como un tambor sordo:
"¿Habré hecho bien en desbloquear esa habilidad...?"Sacudió la cabeza levemente, decidiendo apartar esa preocupación por ahora. No era el momento.
El sonido de los martillos siguió resonando mientras Hiroshi, emocionado, rompió el silencio:
—¡Tío, el combate contra el Boom ha sido brutal! ¡Nunca me había sentido así de agotado! El calor, el sudor, ese monstruo tan cañero... ¡me ha encantado!
Hiroaki sonrió débilmente, todavía algo en sus pensamientos.
—Sí... admito que ha sido un combate desafiante.Ese cambio de fuego a hielo tan de repente... no me lo esperaba para nada.Creo que... es la primera vez que nosenfrentamos a un monstruo con una segunda fase real.Tengo la sensación de que a partir de ahora, nos encontraremos más como él.
Hiroshi soltó una carcajada, emocionado:
—¡Pues que vengan! ¡Más combates épicos como ese, por favor!
Hiroaki se rió también, negando con la cabeza.
—Madre mía... —dijo divertido—. Si es que eres todo impulso, un guerrero de pura cepa.
Justo entonces, el herrero dejó caer el martillo sobre la mesa, haciendo temblar todo ligeramente.Se limpió el sudor de la frente y, con unareverencia dramática, les mostró el resultado final.
Sobre una tabla de piedra descansaba la Espada Karmesí.
El arma emitía un brillo abrumador, como el de un fuego inmenso, pero sin irradiar calor.Pequeñas ascuas flotaban a su alrededor, moviéndose como si fueran luciérnagas rojas.
Hiroshi y Hiroaki se quedaron boquiabiertos.
—¡Wow...! —susurró Hiroshi, acercándose lentamente.
Contempló la textura perfecta, el aura carmesí que envolvía el arma, las ascuasdanzando en el aire.Era, sin lugar a dudas, la espada más espectacular que había visto jamás.
Con manos temblorosas, abrió su menú para ver las estadísticas:
---
[Espada Karmesí] (Legendario)Ataque: +400Habilidad especial: Corte Volcánico> Provoca una grieta en el suelo de la que emergen esferas de lava que dañan y derriten a los enemigos, y baja su defensa un 25%Coste de PM: 120
---
Hiroshi tragó saliva.
—Nunca había visto un arma... de esta envergadura... —murmuró, hipnotizado.
Se quedó un momento dudando, sin atreverse a cogerla.
Hiroaki se dio cuenta y alzó una ceja, curioso.
—¿Qué te pasa? —preguntó.
Hiroshi dudó un segundo más y luego dijo:
—Es que... nunca he sostenido una espada tan bestial. ¡Mira cómo brilla! ¡Mira esasascuas!
Respiró hondo y, finalmente, alzó la mano para tomarla.
[Has obtenido: Espada Karmesí][Rango: Legendario]
En cuanto sus dedos cerraron el puño alrededor de la empuñadura, un chispazo brutal recorrió su cuerpo.
—¡¡¡AGH!!! —gritó, llevándose la mano al brazo.
Su cuerpo entero se tensó como una cuerda de arco.Un dolor agudo, eléctrico, le recorrió desde la mano hasta el hombro, dejándolo casi paralizado.
Hiroaki, alarmado, dio un paso hacia él.
—¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué ha pasado?!
El herrero soltó una carcajada tranquila, mientras limpiaba un martillo.
—¡Tranquilos! —dijo—. Eso es normal, chicos.Cuando alguien sostiene un arma legendaria por primera vez, cuesta adaptarse a su poder.Su energía es inmensa. Hay que forjar un vínculo con ella.
Mientras tanto, Hiroshi apretaba los dientes, aguantando el dolor que sentía como un torrente en el brazo.El sudor perlaba su frente, su respiración era agitada.
El poder de la Espada Karmesí era real.
Y apenas estaba empezando a fluir en sucuerpo.
La escena se congeló ahí.La vibración del aura carmesí seguía iluminando tenuemente la herrería, como brasas vivas suspendidas en el aire.