Mi nombre es desconocido. Nadie sabe quién soy realmente.
Pero allá afuera… susurran.
“El Silencio Carmesí no falla.”“Mata sin dejar huellas.”“Si te mira, ya estás muerto.”
Todo eso… por casualidad.
No me enorgullece. Tampoco me molesta. Porque por primera vez, tengo comida, cama y respeto.
Pero el precio de la fama es que alguien siempre quiere derribarte.
📍Ciudad Delta, Sector Bajo 9 — Medianoche
—¿Confirmado? —preguntó una voz distorsionada al comunicador.
—Sí. El objetivo es el "Silencio Carmesí". Está solo, sin escoltas.
—Bien. Que "Los Cuervos de Azufre" lo borren esta noche.
Ellos no sabían que en ese momento, yo simplemente salía del baño de un bar, comiéndome un pan con queso.
Ni tenía idea de quiénes eran esos tipos.
🕯️Cuervos de Azufre — Eliminación programada
Cuatro asesinos profesionales. Sin rostro. Armas químicas. Precisión quirúrgica.
El plan era simple: me rodearían en un callejón trasero, me envenenarían con gas y quemarían el cuerpo.
Pero entonces…
Uno de ellos tropezó con una cuerda rota del toldo. Cayó hacia adelante.
Su máscara golpeó una farola rota, provocando una chispa.
Esa chispa cayó justo donde un barril de solvente había goteado por horas.
¡AUGE!
Una explosión repentina convirtió el callejón en una tormenta de fuego y humo negro.
Yo, del otro lado del muro, con los audífonos puestos, no escuché nada.
Solo noté que todo olía raro cuando volví a pasar por ahí y vi cuatro cadáveres calcinados.
Un vagabundo me miró, temblando.
—¿Eran ellos… tus objetivos?
Yo no respondí. Solo me encogí de hombros, con cara de "así es la vida".
Él asintió con terror. Al día siguiente, la red subterránea ya había difundido el nuevo rumor:
“El Silencio Carmesí no necesita tocarte. El mundo mata por él.”