Me llamaron al Centro Sombrío , un edificio que no figura en ningún mapa.
Allí, un hombre con el rostro cubierto y voz distorsionada me entregó una carpeta:
—Ahora que eres PLATA, puedes formar parte del Programa de Transmisión.Se trata de entrenar a un recluta. Alguien joven. Moldeable. Aprenderá de tu método... del “estilo Carmesí”.
Yo no supe qué decir. ¿Cómo enseñar lo que no sé?
Entonces él entró.
Cabello corto, cicatriz en la ceja. Un adolescente. Tal vez 15 o 16.
—Soy Kuro. Me dijeron que me entrenaría una leyenda.
Me miró con fuego en los ojos. Admiración. Hambre.
Y culpa.
Porque él cree que soy un asesino letal... y no tengo idea de lo que estoy haciendo.
Final del capítulo:
Desde las sombras, otras organizaciones empiezan a hablar.
“El Carmesí subió demasiado rápido.”“Es un fantasma.”“No deja rastro. No tiene pasado. Ni debilidades.”
Y uno de ellos, desde la cima de un rascacielos, sonríe mientras apunta una carpeta con mi nombre.
—Matenlo. Si lo logramos… tomaremos su lugar.
Pero lo que no saben es que...
El universo aún está de mi lado.