Por encima del Águila Cangyun, había silencio.
Gu Junhe, con expresión de disculpa, le dio a Xiao Yi una sonrisa amarga y dijo:
—Lo siento, no esperaba que Zhou Yuan, ese viejo perro, fuera tan despreciable como para atacar a un junior en el cenit del Reino Elixir Dorado.
Xiao Yi negó con la cabeza:
—Director, ¡esto no es culpa suya!
Sabía muy bien que si no fuera por la oportuna intervención de Gu Junhe, bloqueando el noventa y nueve por ciento del poder de ese dedo, él y Fang Qingzhu se habrían convertido en una pareja de amantes condenados.
Después de esta batalla,
Xiao Yi había obtenido una comprensión más profunda de la fuerza del Reino Elixir Dorado, especialmente del poder de alguien en el Pico del Elixir Dorado, cuyo único dedo, incluso con menos del diez por ciento de su poder, casi reclamó la vida de Fang Qingzhu.
Gu Junhe dudó por un momento antes de decir con voz profunda:
—¡Las palabras que pronunciaste antes fueron demasiado impulsivas!