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¡Sisss!
El Pequeño Lin se estremeció por completo, tras haber sido abofeteado contra el suelo por Xue Jiu, quien luego lo pisó con un pie.
Un rastro de sorpresa apareció en el rostro de Xue Jiu.
—Las bestias demoníacas serpiente del Reino Núcleo Dorado son bastante comunes, pero nunca he visto una como esta. Pequeño, mientras te sometas a mí, perdonaré tu vida.
¡Sisss sisss!
El Pequeño Lin luchaba desesperadamente, sus pequeños ojos llenos de ira y odio casi humanos. Abrió su diminuta boca, intentando morder el pie de Xue Jiu con su veneno.
—¿Hmm?
Con una risa fría y una sonrisa siniestra, Xue Jiu reveló sus dientes blancos como la nieve.
—Si tanto deseas la muerte, ¡te complaceré!
¡Zas!
El filo de una espada ensangrentada se elevó, descendiendo hacia la cabeza del Pequeño Lin.
La radiante luz roja sangre de la espada, penetrantemente brillante, trazó un arco escarlata en el aire, prometiendo separar la cabeza del Pequeño Lin una vez que cayera.