—¿Estás satisfecho ahora?
El rostro de Jiang Shanhe permaneció inexpresivo, su mirada tranquila fija en Xiao Yi.
El brazo cercenado empapado en sangre yacía en un charco de sangre, sus dedos aún temblando ligeramente. Zhou Xin cubrió su hombro sangrante, sin atreverse siquiera a dejar escapar un grito de dolor.
Xiao Yi levantó la mirada hacia Jiang Shanhe y sonrió.
—¿Y si dijera que no estoy satisfecho?
—¿Hmm?
Jiang Shanhe se sorprendió, sus cejas como espadas ligeramente fruncidas.
No habló.
A un lado, Yun Lei ya estaba furiosamente indignado y reprendió:
—Xiao Yi, ¡no tientes a la suerte! Su Alteza ya ha cercenado una extremidad del Subdirector Zhou, ¿qué más quieres?
—¿Me hablas a mí? —Xiao Yi miró hacia Yun Lei.
Su mirada era muy tranquila, como un pozo antiguo, sin una sola ondulación.