—¡Jiang Shanhe, estoy aquí!
La voz de Xiao Yi, como un trueno retumbante, resonó por los cielos sobre la Academia Real de Artes Marciales.
¡Clang!
Las puertas firmemente cerradas del gran salón se abrieron de golpe.
Allí estaba Jiang Shanhe, quien había traído consigo una lujosa silla, sentado en ella con toda la grandeza de un rey.
Jiang Shanhe miró la enorme lápida y el río de sangre y cadáveres que se extendía por toda la escalera, sus pupilas contrayéndose violentamente.
Había visto la batalla anteriormente desde las sombras, clara como el día.
Si antes...
Él había avanzado hasta la Décima Capa del Reino del Núcleo Dorado, teniendo un setenta por ciento de certeza de derrotar a Xiao Yi.
Pero ahora...
Jiang Shanhe solo tenía un cincuenta por ciento de certeza.
Sin embargo.
No estaba ni un poco asustado.
Jiang Shanhe sonrió con confianza y dijo:
—¡No esperaba que realmente llegaras hasta aquí!
Xiao Yi preguntó:
—¿Dónde están?