Dentro del gran salón, había silencio.
La atmósfera era particularmente opresiva.
Las luces y decoraciones festivas, destinadas a transmitir alegría, en cambio hacían que la opresión se sintiera aún más pesada, dejando a la gente con miedo incluso de respirar demasiado fuerte.
La mirada de todos se posaba sobre Xiao Yi, deseando ofrecer consuelo pero sin saber qué decir.
Se suponía que era un día de gran alegría.
Sin embargo, la novia había sido llevada a la fuerza durante la ceremonia de boda, un golpe que sería difícil de soportar para cualquier hombre.
Entre la multitud,
Lin Bingxin quería dar un paso adelante pero fue detenida por el Anciano Yan, quien negó suavemente con la cabeza.
Lin Bingxin solo pudo mirarlo con ojos preocupados.
Después de un momento de silencio,
Xiao Yi volvió en sí, vio los rostros preocupados a su alrededor y logró esbozar una leve sonrisa, diciendo:
—¿Por qué todos me miran así? ¡No se preocupen, estoy bien!
—Xiao Yi...