—¿Cómo, cómo, cómo eres tú?
Liu Mubai parecía completamente desconcertado al ver a Xiao Yi de pie frente a él.
Nunca había imaginado que la persona que, como una pesadilla, había infligido un duro golpe a Zhan Bitao y lo había asustado hasta hacerlo arrodillarse y suplicar misericordia, aparecería ante él tan pronto.
Yu Huaxian y los demás rápidamente se inclinaron ante Xiao Yi.
—¡Hemos visto al Dios Marcial Guardián, señor!
—¿El, el Dios Marcial Guardián? ¿Tú, tú eres Xiao Yi?
Liu Mubai quedó estupefacto.
Un sudor frío del tamaño de frijoles brotaba de su frente, fluyendo en un torrente.
Zhan Bitao a su lado también estaba pálido, con ambas manos temblando incontrolablemente. ¡No hace mucho, esas mismas manos habían sido destrozadas por Xiao Yi!
Xiao Yi entrecerró los ojos, examinando a los dos, especialmente deteniéndose en las manos de Zhan Bitao.