—¡Tú, perdiste!
Xiao Yi se erguía orgulloso en medio de la arena de duelo, con una luz color sangre convergiendo en la punta de sus dedos, formando una hoja presionada contra la garganta de Xue Wuhen.
Una gota de sangre cayó de su cuello.
Solo un poco más y le cortaría la garganta y lo decapitaría.
Una mirada de confusión cruzó el rostro de Xue Wuhen.
Él era el maestro de Xue Yilou, el Maestro del Pabellón de Combate, una presencia imponente en el Pico del Reino de la Tribulación Tao.
Hoy...
¡Realmente había perdido!
¿Y ante un junior en el Pico del Reino Elixir Dorado?
Una profunda sensación de derrota lo invadió, y el rostro de Xue Wuhen palideció. Quería activar su energía profunda y luchar de nuevo. Pero cuando ese pensamiento cruzó su mente, la hoja de energía en la mano de Xiao Yi ya había cortado su cuello.
El dolor agudo y la sangre caliente fluyendo de su cuello hicieron estremecer a Xue Wuhen.
Después de mucha vacilación.