—¿Quién anda ahí?
Un rugido atronador estalló repentinamente, como un sorprendente trueno en un cielo despejado, casi derribando a Chen Shuiwen y sus dos compañeros de sus caballos.
¡Sisss!
Los rostros de Chen Shuiwen, Li Shengtian y la tercera persona palidecieron, sus manos agarrando sus oídos, mientras sus cabezas zumbaban ruidosamente.
Era una escena completamente vergonzosa.
Chen Shuiwen miró furiosamente en dirección a la puerta de la montaña.
—¿Quién se atreve a ser tan audaz, escondiendo su cabeza y mostrando su cola, asustándonos intencionalmente?
Xiao Yi lo miró y dijo con indiferencia:
—Chen, te preocupas demasiado. Nosotros en el Instituto Xiaoshanhe somos rectos y transparentes; ¿cómo podríamos participar en actos tan furtivos?
—¿Rectos y transparentes? Hmph, si realmente lo fueran, ¿por qué esconderían a sus guardianes de la puerta? —replicó Chen Shuiwen con rostro sombrío. Esa voz casi lo había asustado hasta tirarlo del caballo.