Avenida del Pájaro Bermellón.
Desde que recibió el lote de nuevos medicamentos enviados por Nangong Shengtian y los demás, Nangong Shou sintió como si hubiera tomado una píldora tranquilizadora.
Pasaba sus días holgazaneando perezosamente en una mecedora en la entrada, balanceando su cuerpo, con un abanico en una mano y una taza de té en la otra.
Saboreando el té fresco en su taza.
Con los ojos entrecerrados, Nangong Shou miraba la Farmacia Pabellón del Tesoro al otro lado de la calle, su rostro alegre por la desgracia ajena: «Me pregunto cómo se está manejando la situación allí. Si el asunto se confirma, ¡el Pabellón del Tesoro nunca verá un día de regreso!»
Nangong Shou tarareaba una pequeña melodía para sí mismo.
De repente...
La tierra tembló, y se escuchó una serie de pasos rápidos.
Nangong Shou se sorprendió y frunció el ceño, solo para ver figuras convergiendo desde ambos lados de la Avenida del Pájaro Bermellón.
Había decenas de miles de ellos.