Ye Feng respondió con una leve sonrisa, posando su mirada sobre Lei Hao, quien acababa de burlarse de él sin cesar.
Lei Wanting vio hacia dónde se dirigía su atención y al instante comprendió lo que estaba sucediendo.
—Lei Hao, discúlpate.
Los ojos de Lei Hao se abrieron con incredulidad.
—Abuelo, ¿por qué debería disculparme?
—Fuiste irrespetuoso con otros, ¿no deberías disculparte? —Lei Wanting frunció el ceño profundamente, claramente disgustado con su actitud.
Una disculpa debe hacerse cuando es necesario, ¿dónde está la necesidad de todas estas tonterías?
—Abuelo, quién sabía que él podía realizar el Puño de Bestia, además, quienes no lo sepan podrían pensar que fue robado —dijo Lei Hao, su voz volviéndose cada vez más suave, obviamente sintiéndose culpable.
Ese Puño de Bestia, incluso ellos podrían no lograr dominarlo, ¿cómo podría ser mostrado por un forastero?
La mirada de Lei Wanting se volvió helada mientras lo fulminaba con la vista y dijo severamente: