Al escuchar esto, Ye Feng soltó una risita, rebosante de seguridad mientras decía:
—No hay forma de que pueda perder.
Tong Sheng se sintió provocado por su actitud. ¿Cómo podía este tipo de aspecto enclenque ser tan descarado y confiado?
—Uno debería ser consciente de sus propias habilidades. ¿De dónde viene tu confianza para pensar que puedes vencerme?
—Déjame darte un consejo: no seré indulgente contigo solo porque seas el esposo de la Presidenta Liu. Después de todo, algunas personas necesitan una buena lección.
La furia hervía en los ojos de Tong Sheng, sin la más mínima intención de mostrar misericordia.
Este ignorante necesitaba ser aplastado contra el suelo para que pudiera aprender sobre la dureza de la sociedad.
—¿Qué tal esto? Si pierdes, te arrodillas en el suelo y haces una reverencia como disculpa.
Un plan para lidiar con él tomó forma en la mente de Tong Sheng mientras sus ojos cambiaban con el pensamiento.