Era una persona muy gentil.
Para nada ansioso o brusco; incluso cuando la sostenía con fuerza, sus movimientos eran lentos y cuidadosos. Su órgano entró en la entrada, explorando más profundo poco a poco, frotándose contra las capas de pliegues, expandiendo el estrecho pasaje.
Roy no pudo soportar este tormento.
Enganchó la cintura de Geoffrey, rozando sus dedos del pie contra su tensa columna:
—Date prisa.
La respiración de Geoffrey se volvió caótica, instintivamente empujando hasta el fondo. Roy dejó escapar un grito, sus muslos temblando, su pecho subiendo y bajando erráticamente. Su cuerpo estaba lleno hasta el borde, como si no quedara ningún espacio, con el hombre presionando contra ella, queriendo fusionarla en su cuerpo, para nunca separarse.