Acecho por el salón del banquete, mi visión teñida de rabia carmesí. Los lobos de Fiddleback se encogen contra las baldosas del suelo, la sumisión ondulando por sus cuerpos mientras mi dominancia los aplasta. Pero no me importa su miedo.
Necesito respuestas.
—¡Halloway! —Mi rugido hace temblar las arañas de cristal—. ¡Enfréntame, cobarde!
La voz de Jack-Eye corta a través del desorden en mi cabeza.
—El hospital dice que no hay ninguna paciente registrada con el nombre de Grace. Ninguna mujer humana rubia ingresada en las últimas 48 horas. Ha desaparecido.
El mundo se detiene.
Todo se reduce a un punto de rabia cegadora. Mi pecho se contrae. Mi piel arde.
Grace. Mi Grace. Desaparecida.
¿Dónde está?
—¡Halloway!
Un movimiento parpadea al borde de mi visión. Los lobos en el suelo —supuestamente aplastados por mi dominancia— se levantan de un salto con velocidad imposible. Sus ojos brillan con malicia, no con miedo.
El Caos estalla.