LIRA
La casa rodante está estacionada donde debería estar, aliviando parte del estrés de mis hombros.
Saber que llegó a salvo y verlo por mí misma son dos cosas diferentes.
Aspirando una bocanada de aire nocturno más fresco, le digo a Aarón:
—Lleva a los chicos a un motel por la noche.
Aarón se congela al salir del vehículo, sus hombros se tensan mientras cierra la puerta de golpe. El aire nocturno cuelga pesado, cargado con algo más que solo el sonido del generador funcionando, y lo miro con el ceño fruncido.
—Pensé que me quedaría contigo —dice con un suspiro, apoyándose contra el todoterreno con los brazos cruzados.
Levanto una ceja, casi burlándome. ¿En serio?
Pero entonces lo noto: el ligero surco entre sus cejas, el apenas perceptible destello de su aura cambiando de confusión a irritación. Está tratando tanto de no mostrarlo, manteniendo su rostro neutral excepto por ese pequeño gesto revelador.
Habla en serio.
En serio, dale a un hombre un orgasmo...