Capítulo 85 Conclusión

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Aprobaron una ley que prohibía a las lobas unirse al campo de batalla con tanta facilidad. El riesgo era demasiado grande —no solo para los individuos involucrados, sino para el futuro de su especie. También sería difícil si los compañeros predestinados se encontraran en lados opuestos de una guerra. Un lobo cambiando de bando después de reconocer a su compañero predestinado podría cambiar el curso de la batalla, llevando a un mayor caos.

Ahora, sin lobas que los protegieran, los lobos machos tenían que defender sus propias debilidades. Y eso significaba que, en cada pelea, sus gargantas eran vulnerables —listas para el golpe mortal si bajaban la guardia aunque fuera por un segundo.

En este momento, Zion estaba ansioso por matar. Su irritación aumentaba con cada segundo que pasaba mientras observaba al lobo marrón —claramente estaba ganando tiempo, prolongando deliberadamente la situación, y Zion podía sentir que su paciencia se agotaba.