Era posible que simplemente hubieran tropezado con estos artefactos malditos y encontrado una manera de aprovecharlos para su propio beneficio. O quizás eran peones en un juego mucho más siniestro. De cualquier manera, Zion no podía permitirse hacer suposiciones.
Para descubrir la verdad, necesitaría ayuda —un mago, alguien capaz de profundizar en el origen y propósito de las piedras de sangre. Pero ahí radicaba el problema. La Torre de Magos, que albergaba a los magos más poderosos y conocedores, estaba actualmente bajo el control del Archimago Elric, el Mago Real. Como sucesor elegido y legítimo maestro de la torre, Elric tenía autoridad absoluta sobre qué conocimientos y recursos podían compartir los magos.
Y desafortunadamente, Elric había jurado lealtad al Alpha King.