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Pero ahora, con el Oeste desmoronándose y el Sur desesperado, el Norte sufriría aún más.
Para empeorar las cosas, el Alfa Damon —líder de las manadas del norte— había abandonado su territorio para apoyar la guerra contra los vampiros. Su ausencia había tensado la estabilidad de la región. Solo recientemente las cosas habían comenzado a estabilizarse de nuevo... y ahora había surgido una plaga, amenazando con deshacer el poco progreso que habían logrado.
Todo se estaba desmoronando —demasiado rápido, demasiado precisamente. Y ahora, nadie en la corte podía negarlo: esto no era una coincidencia.
Era guerra, librada desde las sombras.
Ya se había programado que el Médico Real viajara al norte para investigar el brote y ayudar a contener la plaga, asegurando que el pánico y el caos no se propagaran entre la gente. La situación se estaba volviendo cada vez más grave —la tasa de mortalidad de la plaga estaba aumentando, y todavía no habían identificado su naturaleza o fuente.