Incluso podrían saber cosas que su padre y su madre nunca supieron. Addison lanzó una mirada hacia la oficina de la patrulla fronteriza, su expresión indescifrable.
«Bien... parece que finalmente tengo un objetivo», pensó, con los ojos fijos en las espaldas de las personas frente a ella. Mientras los miraba, un dolor sordo comenzó en su cabeza—olas de recuerdos emergiendo lentamente desde las profundidades. Una sensación familiar... una escena familiar...
Addison se sumergió en un recuerdo de cuando tenía dieciséis años.
Vio a su yo más joven caminando por el bosque, su muñeca siendo suavemente tirada por una loba mayor—la misma mujer que la había cuidado por primera vez cuando se unió a la patrulla fronteriza. En aquel entonces, su equipo había sido mucho más grande.