Después de escuchar la petición de Max, Cindy llamó a su padre y organizó que se reuniera con ella después de la escuela.
El lugar de encuentro era una acogedora cafetería no muy lejos del campus. Cindy le había preguntado a Abby si quería acompañarlos, pero Abby, todavía emocionalmente agotada por lo ocurrido antes, declinó educadamente. Entendía la situación, pero claramente aún le dolía, así que decidió irse a casa.
Ahora, Cindy y Max estaban sentados en un rincón tranquilo del espacioso café. El lugar tenía un ambiente cálido, con respaldos acolchados, un mostrador elegante y una vitrina de cristal llena de coloridos postres.
Cindy regresó a la mesa sosteniendo dos bebidas, una en una taza de cerámica, la otra en un vaso de plástico.
—No te preocupes, yo pagué por este —dijo, deslizando la taza hacia Max con una sonrisa—. Espero que recuerdes esto en el futuro.