Max divisó a diez hombres saliendo de la parte trasera de la furgoneta, todos vestidos como Dud. Mismas botas, mismas chaquetas, misma mirada inexpresiva. ¿Lo único que los diferenciaba? Una pequeña marca cosida en la parte superior de sus sombreros. Sutil, pero definitivamente estaba ahí.
«Nunca presté mucha atención a cosas militares», pensó Max, entrecerrando los ojos. «Pero esas tienen que ser insignias de rango, ¿verdad? Parece que todos llevan la misma, ¿quizás es lo que usa un soldado raso? Pero este tipo... él tiene algo diferente. No sé exactamente qué significa, pero puedo notar que supera en rango a los demás».
Pero eso no era lo único que le inquietaba a Max. La frase guerra entre bandas seguía resonando en su cerebro como una sirena que no se callaba. Ese término no se usaba a la ligera. Ni siquiera en círculos de pandillas callejeras.