Hasta ahora, Aron había hecho un buen trabajo esquivando los golpes de Hércules, pero sabía la verdad.
Un golpe limpio de ese monstruo, y todo acabaría. Huesos destrozados. Juego terminado.
Nunca había tenido la intención de golpear a Hércules. Pero cuando los instintos de supervivencia se activaron, la duda desapareció. Su cuerpo reaccionó por sí solo.
Ahora, parecía que ese único golpe había enfurecido aún más a la bestia.
Porque Hércules sostenía un árbol entero en sus manos.
«Si me golpea con eso...», Aron contuvo la respiración. «No estoy seguro de poder sobrevivir».
No había tiempo para dudar.
Con un rugido, Hércules balanceó el enorme tronco como un bate de béisbol. El silbido del viento cortando el aire sonaba como una tormenta desgarrando el bosque.
El golpe fue bajo, inteligente. No había espacio para que Aron se deslizara por debajo como antes, y el tronco era demasiado grueso para saltarlo.
Una opción.