Algo había estado mal desde la fiesta de Liam.
No podía quitarme de la cabeza el recuerdo de la chica misteriosa en el pasillo oscuro. Su beso se había sentido... diferente. Especial. Como un primer beso, lo cual era ridículo considerando mi experiencia. Y ese aroma - miel y lavanda con algo único debajo. Me perseguía.
—Alfa —gruñó mi lobo dentro de mí—. Encuéntrala.
Había estado luchando con él desde entonces, respondiendo bruscamente a todos, incluso a mis amigos más cercanos. Anoche había sido lo peor, apenas pude dormir mientras mi lobo caminaba inquieto en mi mente.
—Cállate —murmuré, salpicando agua fría en mi cara.
La luz de la mañana se filtraba por la ventana de mi baño, resaltando las oscuras ojeras bajo mis ojos. Perfecto. Justo lo que necesitaba un lunes por la mañana.
Mi lobo había estado particularmente agitado últimamente, como si supiera algo que yo no. Algo importante estaba por venir, ¿pero qué? No podía descifrarlo, y me estaba volviendo loco.