Una Visita Familiar y una Mirada Persistente

Había pasado una semana desde que Liam fue hospitalizado. Siete largos días de susurros siguiéndome por los pasillos, de miradas compasivas de Seraphina y Debra, y de mi loba gimiendo dentro de mí, demasiado débil para emerger. No había podido transformarme desde el rechazo, y el dolor físico persistía como una molestia constante que nunca desaparecía por completo.

Ya era bastante difícil lidiar con el rechazo, pero ver a Rhys y Zara juntos por el campus era pura tortura. A pesar de su confusa afirmación en el patio de que ella no era su novia, ciertamente actuaban como si lo fueran. Su brazo posesivamente sobre los hombros de ella, la mano de ella metida en el bolsillo trasero de él mientras caminaban por los pasillos, su cabeza echada hacia atrás riendo por cualquier comentario ingenioso que él hubiera hecho.