La Trampa del Almacén

La cafetería universitaria zumbaba con el habitual bullicio de la hora del almuerzo cuando divisé a Seraphina saludándome con la mano desde nuestra mesa habitual. Me abrí paso entre la multitud, agarrando mi bandeja de comida con fuerza.

—¡Ahí estás! —exclamó Seraphina mientras me deslizaba en el asiento frente a ella—. Empezaba a pensar que nos habías cambiado por la biblioteca otra vez.

Sonreí débilmente.

—Me retrasé después de la clase de biología. El Profesora Miller quería hablar sobre mi trabajo de investigación.

—Por supuesto que sí —puso los ojos en blanco juguetonamente—. No permita el cielo que nuestra genio residente reciba algo menos que comentarios perfectos.