Secretos Compartidos Bajo la Luz de las Estrellas

El rímel de Zara se deslizaba por su rostro mientras agarraba mi brazo, sus uñas perfectamente manicuradas clavándose en mi piel.

—¡Por favor, Rhys, no puedes hacerme esto! —su voz se quebró con desesperación—. Podemos arreglarlo. Cambiaré, lo prometo.

Aparté mi brazo, con asco revolviendo mi estómago.

—No hay nada que arreglar. Hemos terminado.

—¿Es otra chica? ¿Es esa perra omega? —su bonito rostro se contorsionó de rabia y dolor—. Puedo ser mejor que ella, lo juro.

La mención de Elara envió una sacudida a través de mi pecho. Esos feroces ojos verdes desafiándome en la habitación oscura, retándome, desafiándome. *No estoy huyendo, Rhys. Por primera vez, estoy plantando cara.* Sus palabras me atravesaron de nuevo.

—Esto no tiene nada que ver con nadie más —dije fríamente, aunque la mentira sabía amarga en mi lengua.

La expresión de Zara cambió, sus lágrimas deteniéndose repentinamente mientras el cálculo reemplazaba al dolor.