El Pacto de la Luz de Luna y las Dudas Persistentes

Liam estaba de pie en la puerta, con los ojos moviéndose entre Rhys y yo, observando nuestra proximidad. La tensión en la cocina era tan densa que podría cortarse con un cuchillo.

—¿Todo bien aquí? —preguntó, con voz tensa de preocupación.

Antes de que pudiera responder, Rhys se acercó aún más a mí, con su pecho casi tocando mi espalda. Sentí su aliento en mi oído mientras susurraba:

—¿Todo este arreglo es para él, pequeña omega? ¿Intentando impresionar a Liam Thorne?

Mi cuerpo se tensó. Intenté alejarme, pero Rhys colocó sus manos en la encimera a ambos lados de mí, enjaulándome efectivamente. Estaba atrapada entre la dura superficie de mármol y su cálido cuerpo.

—¿Elara? —llamó Liam de nuevo, dando un paso adelante.

—Estoy bien —logré decir, con voz más firme de lo que me sentía—. Solo... solo dame un minuto.

Liam dudó, claramente reacio a dejarme sola con Rhys.

—Esperaré en el pasillo —dijo finalmente, sin apartar los ojos del rostro de Rhys.