El Consuelo de un Alfa, La Advertencia de una Madre

Me quedé paralizada en la acera, con el coche de Rhys en marcha detrás de mí. Mis palabras —«Busca a otra persona a quien atormentar»— flotaban en el aire entre nosotros, pero no podía obligar a mis pies a moverse hacia adelante. Algo en su confesión me había desequilibrado.

La puerta del coche se abrió y se cerró. Se acercaron unos pasos. No necesitaba darme la vuelta para saber que era él.

—Elara —su voz era más suave de lo que jamás la había escuchado—. No te vayas.

Me di la vuelta, con la ira burbujeando dentro de mí.

—¿Estás bromeando ahora mismo? ¿Después de todo lo que has hecho, esperas que me quede y escuche más de tus mentiras?

—No estoy mintiendo —dijo Rhys, dando un paso más cerca. La luz de la calle proyectaba sombras sobre la mitad de su rostro, pero podía ver la intensidad en sus ojos—. Rompí con Zara por ti.