La Espera de un Novio y una Promesa Fatídica

Mi teléfono vibró contra el escritorio, distrayéndome del libro de texto en el que había estado intentando concentrarme durante la última hora. Sonreí cuando vi el nombre de Rhys en la pantalla.

—Hola —contesté, sin poder ocultar la emoción en mi voz.

—Hola preciosa —su voz profunda llenó mi oído, enviando un agradable escalofrío a través de mí—. ¿Qué estás haciendo?

—Solo estudiando. Extrañándote —admití, enrollando un mechón de pelo entre mis dedos.

Solo habían pasado dos días desde que Rhys se fue por asuntos de la manada, pero se sentía como dos semanas. Cada noche, me revolvía en la cama, mi cuerpo anhelando su contacto, mi mente reproduciendo el momento apasionado en su coche antes de que se fuera.

—Yo también te extraño —dijo, bajando su voz a ese tono ronco que hacía que mis entrañas se derritieran—. Solo un día más, y seré todo tuyo.