Un Cuento Manipulador y una Mentira Forzada

La luz de la tarde se filtraba por las ventanas de la cafetería, proyectando un resplandor dorado sobre la mesa donde estaba sentada con Rowan. Mi café se había enfriado, olvidado mientras lo escuchaba hablar. Su voz había bajado hasta casi un susurro, obligándome a inclinarme más cerca.

—Rhys no siempre fue así, ¿sabes? —dijo Rowan, con la mirada baja—. Cuando éramos niños, era diferente.

Envolví mis manos alrededor de mi taza, absorbiendo el calor que le quedaba.

—¿Diferente en qué sentido?

—Más... vulnerable, supongo —Rowan trazó el borde de su taza con el dedo—. Había una chica de la Manada Storm Crest. No eran compañeros ni nada—eran demasiado jóvenes para saberlo—pero eran inseparables cada vez que sus manadas tenían eventos conjuntos.

Mi estómago se tensó inesperadamente.

—¿Rhys tuvo un amor de infancia?

—¿Nunca te lo contó? —Rowan parecía sorprendido—. Pensé que ustedes dos ahora compartían todo.

Negué lentamente con la cabeza.