Las Palabras Más Crueles, El Poder de una Bruja se Enciende

Rhys se cernía sobre mí, su rostro retorcido con un odio tan puro que me heló la sangre. Permanecí de rodillas, temblando, mis lágrimas creando manchas oscuras en el suelo de madera debajo de mí.

—Perra inmunda —escupió, cada palabra goteando veneno—. Zorra asquerosa.

Me estremecí como si me hubiera golpeado físicamente. Sus palabras cortaban más profundo que cualquier cuchillo.

—Por favor —supliqué, con la voz quebrada—. Rhys, por favor escúchame. No es lo que piensas. Todo esto es un malentendido...

—¿Un malentendido? —se rió, un sonido hueco y cruel—. ¿Qué hay que malentender? Las fotos eran claras. Tú en su cama, vistiendo su ropa, sus marcas por todo tu cuerpo.

—Me drogaron —supliqué, tratando desesperadamente de alcanzar al hombre que amaba detrás de esa máscara de furia—. Rowan puso algo en mi café. Nunca te traicionaría. Nunca.

Rhys pateó la pequeña mesa a su lado, enviándola a estrellarse contra la pared. La madera se astilló, el sonido me hizo saltar.