Una Bebida Derramada, Un Momento Congelado

La Habitación Crescente pulsaba con energía masculina mientras empujaba la puerta con mi cadera, cuidando de equilibrar la bandeja de licor costoso. Mi corazón retumbaba en mi pecho como un animal salvaje tratando de escapar de su jaula. En el momento en que entré, mi loba comenzó a gemir —un sonido lastimero que resonaba en mi mente, reconociendo lo que yo desesperadamente quería negar.

Él estaba aquí. Rhys Knight. Mi pareja. Mi pesadilla.

Escaneé rápidamente la habitación, mis ojos inevitablemente atraídos por su presencia dominante. Rhys estaba sentado en el centro de un sofá de cuero lujoso, con las piernas abiertas con confianza, un brazo extendido sobre el respaldo. Sus hombros eran más anchos de lo que recordaba, su mandíbula más afilada, más definida. El chico malo que había conocido se había transformado en algo más peligroso —un hombre de poder frío y calculado.