Ojos Esmeralda y un Armario Compartido

—Conductor, por favor lléveme a casa —murmuré, deslizándome en el asiento trasero del taxi, con la voz quebrada mientras las lágrimas amenazaban con derramarse.

Mi encuentro con Rhys me había dejado destrozada otra vez. El odio en sus ojos, el veneno en su voz... era demasiado. Cuatro años después, y todavía creía que lo había traicionado.

Cerré los ojos, recostándome en el asiento. El conductor aclaró su garganta, interrumpiendo mis pensamientos en espiral.

—¿Señorita? ¿Qué dirección?

Parpadee, dándome cuenta de que no le había dicho realmente adónde ir. En mi angustia, la primera dirección que me vino a la mente salió de mis labios. No mi apartamento, sino otro lugar... un lugar donde me sentía segura.

—1842 Crescent Heights.