La luz de la mañana se filtraba por la ventana de mi oficina mientras contemplaba los bocetos esparcidos sobre mi escritorio. Me ardían los ojos de tanto mirarlos durante horas, pero estaba decidida a perfeccionar cada detalle antes del próximo desfile de moda. Esta colección cimentaría mi reputación como la principal diseñadora de la Manada Storm Crest.
—Te vas a forzar la vista si sigues mirando con tanta intensidad —comentó una voz profunda desde la puerta.
Levanté la mirada para ver a Orion apoyado en el marco, su poderosa figura relajada pero aún emanando autoridad. Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios.
—No te oí entrar.
Cruzó la habitación en unas pocas y elegantes zancadas. —Eso es porque has estado perdida en tu pequeño mundo del diseño durante horas. ¿Cuándo fue la última vez que comiste?
Miré el reloj e hice una mueca. —¿El desayuno... creo?