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La tensión en la oficina de Orion era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. Julian Mercer se posicionó estratégicamente entre los dos Alfas, su lenguaje corporal casual pero su postura lista para intervenir si fuera necesario.
—Alfa Knight —dijo Julian con firmeza—, creo que esta reunión ha llegado a su conclusión natural.
Los ojos de Rhys permanecieron fijos en Orion, su mandíbula tan apretada que casi podía escuchar sus dientes rechinar desde donde yo estaba en el pasillo, fingiendo organizar archivos.
—¿Crees que la conoces? —gruñó Rhys, ignorando completamente a Julian—. No tienes idea de quién es ella realmente.
Orion se reclinó en su silla, la imagen de la confianza relajada a pesar de la peligrosa energía que crepitaba entre ellos.
—Sé exactamente quién es —respondió suavemente—. Sé lo que le gusta, lo que teme, con lo que sueña. —Sus labios se curvaron en una sonrisa provocativa—. Sé cosas sobre ella que tú nunca sabrás.