VIII.-BANDIDOS

Una pequeña aldea en ruinas se observaba a lo lejos, casas destruidas, y una pequeña iglesia en ruinas. Lyra bajó la mirada y frunció el ceño.

 —Esos bárbaros, los llevaré a la justicia. —Apretó los puños.

 —Los llevaremos, juntos. —Corin la tomó del hombro.

 —Gracias Corin, gracias. —Tomó la mano de su hermano aun en su hombro con la suya propia, y una pequeña lágrima bajó por su mejilla —Es hora, capturemos a esos malditos.

 —Si. —La miró con una leve preocupación.

 Los hermanos caminaron juntos hasta la aldea, y pasaron entre las casas en ruinas, había cadáveres y un hedor a muerte por doquier, cubierto por el humo y las cenizas. Pronto llegaron frente a una pequeña iglesia en ruinas, frente a la cual había alguien crucificado y quemado hasta morir.

 —¡Oh, por la esencia, Corin!

 —Tenemos que detenerlos. Nos prometimos que no dejaremos que cosas así sucedan y los culpables salgan impunes.

 —Si, para que personas como papá y este padre no sufran más, vamos.

 Los hermanos siguieron hasta llegar a una gran taberna de la que salían risas y burlas que esconden el sufrimiento de las personas dentro. 

Soren observaba desde una colina a los límites del bosque, y fijó su vista en algo que los hermanos no notaron, detrás del bar frente al que se encontraban Lyra y Corin, un montón de Cruces humeantes.

 —Lyra.

—Espera aquí Corin, tú serás los refuerzos, yo me encargo de estos desgraciados.

—¿Estás segura?

—Si.

Lyra se acercó a la puerta con lentitud, en cuanto llegó a ella, la tumbó de una patada. Lo que vio al otro lado de ese umbral la dejó consternada.

Alrededor de treinta hombres con tarros de cerveza burlándose de una mujer con sus ropas rasgadas que era abusada por uno de los bandidos, y más atrás, varios cadáveres siendo violadas aun después de muertas. La mujer extendió su débil brazo hacia Lyra, mientras que los bandidos volteaban hacia ella.

—Ayu… ayúdame. —Dijo entre lágrimas con una voz quebrada.

—Serán malditos ¡Déjenla, todos ustedes serán llevados a la justicia! —Gritó Lyra sin hacer ningún otro movimiento. —Si se rinden, nadie saldrá herido.

—¿A si? —Un cuchillo cortó la garganta de la mujer, y cayó muerta al suelo con ojos vidriosos por las lágrimas. —Tarde, jajajaja.

Lyra hizo una mueca de asco y no pudo evitar vomitar por la escena que acababa de presenciar, mientras los bandidos se burlaban.

—Es curioso ¿No? No tuvimos ni que buscar a otra puta, una vino por si sola, y dice que nos va a llevar a la justicia jajajaja. —Todo mientras seguía abusando del cadáver de la mujer —Ven muchachita, ya me aburrí de esto. —Dejó el cadáver, y el gordo hombre se levantó sin siquiera levantarse los pantalones.

—¡Malditos! —Desenfundo su espada, pero antes de hacer algo fue sujetada por otros dos bandidos que entraron por la puerta, tomaron su bolsa de esencias y la tiraron lejos —¡Suéltenme malditos, Corin ayuda!

—Mira nada más, la muchachita no estaba sola, trajo a su amigo. —Otros dos bandidos trajeron a Corin amarrado.

—¡Lyra! Suéltenme malditos, si le hacen algo a mi hermana les juro que…

—¡Cállate! —Le dio un derechazo a Corin —Ahora… yo seré el primero que se divertirá contigo, luego mis hombres harán lo que quieran contigo. ¡Ah sí! Sujétenlo bien, quiero que disfrute del espectáculo, y tú, tú te ves muy bien, te aseguro que lo disfrutaras niña. —Tomó la barbilla de Lyra, pero esta volteo para verlo.

—Me das asco —Le escupió en la cara.

—Tal vez si le rompo algunas extremidades a tu hermano, te portes mejor. —Levantó su mazo.

—¡No! No le hagan nada a Corin, por favor, ¡Haré lo que quieran! —Dijo con lágrimas cayendo desde sus ojos.

—Así me gusta más.

—¡Maldito, dejala, si le haces algo te matare!

—No te preocupes, luego de divertirme un poco con ella, me encargaré de ti, hay algunas cruces allá atrás esperando víctimas jajajaja.

Antes de que el líder de los bandidos pudiera siquiera tocar el vestido de Lyra, la cabeza de los que la sujetaban, estallaron con disparos los cuales destrozaron los cráneos y las partes de los rostros de los bandidos salieron disparadas salpicando todo de sangre, y uno de los ojos golpeó a su líder.

—¡Malditos! ¿Quién se atreve a enfrentarse con Isimir el líder de los bandidos?

—Conque Isimir, yo creí que te llamabas cerdo. —Dos disparos más salieron de su cañón y dieron a los que sujetaban a Corin.

—¡Soren! ¿Por qué viniste? —Preguntó Lyra entre sollozos.

—Agradecele al cochero, me hizo sentir culpable. —Desenfundo su espada y cortó la cuerda que sujetaba las manos de Corin.

—¡Bandidos, ataquen! —Tomó un mazo que estaba en el suelo, pero antes de siquiera intentar algo, una bala de piedra destrozó su cabeza, y los ojos saltaron de sus órbitas para mancharlo todo con sangre.

—¡Vengan y luchen por sus vidas malditos, ninguno saldrá vivo de aquí!

El primero de los bandidos atacó con su espada, Soren lo bloqueó y dio un disparo a su pecho, matándolo en el acto.

—¡Muere! —Uno de los bandidos atacó a Lyra, pero un disparo lo hizo soltar la espada, para que luego un cuchillo arrojado por Soren le perforara el cráneo, esto mientras cortaba el brazo de otro de los bandidos.

—¡Tomen sus armas y defiéndanse! —Atravesó el pecho de un bandido que lo atacó por la espalda.

—¡Si! —Corin tomó su bastón, pero sus manos temblaban en cuanto le apuntaba a una persona.

Lyra en cambio, quedó paralizada en el suelo, al ver el derramamiento de sangre, y volteo al cadáver a su lado, y con los ojos abiertos como platos, vio el rostro de sufrimiento del bandido, pero luego volteo al cuerpo de la mujer que estaba frente a ella.

«No quiero matar a nadie, pero si no lo hago podrían matarme y escapar para seguir matando a otros ¿Por qué el mundo es tan cruel? ¿En serio todo es matar o morir? ¿Tengo que ser una asesina como ellos para salvar a otros?» —¡No lo sé, no quiero matar, pero si no lo hago escaparan! ¿Qué debería hacer?

—¡Dije defiéndanse, no que los maten! —Cortó por la mitad a uno que intentó escapar. —Ya casi acabo con todos, pero algunos lograron escapar.

—¡Por favor, no me mates!

—Lo mismo te pidieron los habitantes de este lugar, y lo que hiciste fue crucificar y quemar vivos a la mayoría de los hombres y niños, para abusar de las mujeres y obligar a ver a los que quedaron para luego crucificarlos también —Se acercó al oído del bandido —, así es, vi las cruces maldito. —Se alejó nuevamente al ver la cara de horror del hombre. —Esto es de parte del líder de la aldea. —Dijo al pensar en el hombre moribundo en el campo con cruces y levantar su espada «Matalos, matalos a todos, esos malditos violaron y mataron a mi hija, por favor» las últimas palabras del hombre antes de morir.

—¡Si, los matamos, y lo volvería a hacer malna…! —Soren atravesó la garganta del bandido con la punta de su espada.

—Ese fue el último ¿Están bien?

—Si, gracias a ti.

—¿Y tú Lyra?

—¿De verdad tengo que ser una asesina para salvar a otros? Si no me hubiera quedado ahí parada, y hubiera matado a ese maldito, por lo menos podría haberla salvado a ella.

—Si, si no eres capaz de matar a alguien que te mataría sin dudarlo, morirás antes de poder salvar a alguien, tal vez habrías podido salvarla, o tal vez no, lo hecho, hecho está, por más que nos duela, no lo podemos cambiar. El mundo es un lugar cruel para todos.

—Ya veo, pero no sé si pueda hacerlo.

—En algún momento lo harás, pero una vez cruzada la línea, ya no hay vuelta atrás. Volvamos, el cochero nos está esperando, ellos solo serán comida para bestias, no se merecen que sus cuerpos sean enterrados.

Lyra se levantó y enfundó su espada, para ir hasta el carruaje.

—Lyra ¿Estás bien? —Preguntó Corin, pero su pregunta quedó sin respuesta.

—Dejala, tiene que procesar esto, vamos, no podemos quedarnos aquí.

—Está bien.

Se alejaron con el atardecer a su espalda, mientras la oscuridad de la noche cubría su camino, Eredane los espera.