Al llegar a Texas, lo primero que hice fue convencer a Marcus y Elena de que descansaran. Llevaban semanas sin dormir y el desgaste ya les estaba pasando factura. Aunque al principio se resistieron, los síntomas del insomnio se hacían cada vez más evidentes: manos temblorosas, pensamientos inconexos y miradas perdidas. Terminamos en un motel llamado The Beeman, en una zona tranquila y discreta.
No recuerdo cuándo me quedé dormido, pero sí recuerdo perfectamente el golpeteo seco que me despertó.
—Buenos días, Mr. Jhon —dijo la recepcionista con voz amable pero preocupada—. Disculpe la descortesía, pero lleva tres días sin salir de su habitación... me preguntaba si todo está bien.
—¿Tres días? —pregunté con el corazón golpeándome el pecho—. ¿Está segura?
—Sí, señor. También la señorita Elena y el señor Marcus llevan tres días sin salir de sus habitaciones. Fui a tocarles, pero no respondieron. Ah, por cierto, llegó una carta para usted... dicen que proviene de Honduras.
Me la entregó y se marchó sin decir más. Aún medio aturdido, abrí el sobre con manos temblorosas. El papel tenía una textura antigua, casi como pergamino, y en él podía leerse con caligrafía apurada:
> "Buenas tardes, Jhon. Vi que no respondías, así que pedí que rastrearan tu paradero. Supimos que estabas en Texas tras tu encuentro con Frédéric. Espero que hayas descansado... porque te necesitamos.
En 48 horas se celebrará una nueva sesión del Consejo.
Debes estar presente."
Me vestí apresuradamente y fui a despertar a mis compañeros. Toqué la puerta de Elena y, tras unos segundos, salió aún somnolienta y en ropa interior. Me disculpé apresuradamente por la irrupción y le entregué la carta.
—Tienes que ver esto —le dije sin rodeos.
En ese momento, Marcus salió de la habitación contigua con expresión grave.
—Acabo de recibir información de una fuente dentro del Departamento de Defensa de Estados Unidos —nos dijo sin siquiera saludarnos—. La Costa Oeste está siendo invadida. Criaturas marinas, deformes y gigantescas, han emergido del océano... dicen que son incontables. Han establecido un perímetro militar, pero la situación está totalmente fuera de control.
Un silencio cayó sobre nosotros como una losa. Los tres sabíamos que el descanso había terminado... y que algo, algo que no habíamos visto ni entendido del todo, estaba empezando a moverse con fuerza.
El mundo... ya no era el mismo.
Ellos son entes fuera del bien y del mal
Solo somos seres que intentan defenderse ante seres cósmicos..