—¿Algo que quieras decirme, Mamá? —preguntó Gu Zhenkang con confusión.
—Nada grave. Solo te digo que la chica ahora es útil para nosotros, así que no la regañes ni la golpees cada vez que la veas —le recordó la Señora Gu—. Además, trata de filtrar la información de que el Señor Huai nos está pidiendo ayuda.
Gu Zhenkang se sobresaltó, pero pronto entendió el significado. Así que bajó la cabeza y asintió.
No le agradaba mucho la Señora Lin. Él era un erudito y no debería haberse casado con una comerciante. La Señora Gu, por otro lado, era hija de un oficial, lo que era una gran pareja para él. La chica fea era hija de la Señora Lin, a quien él detestaba, pero después de todo era su hija, y nunca había pensado en hacerle nada malo. Sin embargo, esta chica fea seguía avergonzando a su familia, por lo que desarrolló un odio hacia ella gradualmente.
Ahora la situación era diferente. Se había vuelto útil, así que debía ser tratada mejor.
Gu Zhenkang podía entender este punto.