Un Vistazo de un Compañero, La Verdad de un Protector y la Bienvenida de los Warner

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No podía apartar la mirada del lugar donde el lobo de Jaxon había desaparecido entre los árboles. La palabra aún resonaba en mi mente: *Mío*. Ni siquiera me había dado cuenta de que lo había dicho en voz alta hasta que Ronan me apretó el hombro.

—¿Me... me escuchó? —pregunté, con la voz apenas por encima de un susurro.

Ronan asintió lentamente.

—Creo que sí. Se detuvo cuando lo llamaste.

Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. A pesar de la frialdad de Jaxon en el pasillo antes, todavía había algo allí—una conexión que su forma de lobo no podía negar, incluso si el hombre la estaba combatiendo con todas sus fuerzas.

—Volverá —murmuré, más para mí misma que para Ronan—. Tiene que hacerlo.

Los últimos rayos del atardecer bañaban la habitación con una luz dorada mientras permanecíamos en silencio. Después de un momento, Ronan habló, con su voz inusualmente seria.

—Hazel, hay algo que necesito decirte.