El club se sumió en la oscuridad cuando la música se cortó abruptamente. Los gritos estallaron a mi alrededor, seguidos por murmullos confusos y el resplandor de las linternas de los teléfonos que se encendían como luciérnagas.
—¿Qué demonios? —murmuré, alcanzando instintivamente el brazo de Landon en la oscuridad.
Mis ojos se adaptaron rápidamente —otra ventaja de ser Gris— y examiné el espacio abarrotado. La oscuridad parecía deliberada, no como un simple corte de energía. Todos mis sentidos se pusieron en alerta máxima.
Fue entonces cuando los vi: dos hombres corpulentos flanqueando a Landon, agarrando sus brazos con brusquedad. Uno tenía un tatuaje que subía por su cuello que se parecía sospechosamente al símbolo de los Sterling. La cara de mi ex se contorsionó con pánico mientras comenzaban a arrastrarlo hacia una salida trasera.
—¡Oigan! —grité, abriéndome paso entre la multitud confundida—. ¡Suéltenlo!