Una Reunión de Cumpleaños y un Aroma Desconcertante

El grito de Willow me catapultó a través de la puerta del balcón. Mi lobo gruñó dentro de mí, listo para defenderme contra cualquier amenaza que me esperara. Patinando me detuve en la sala de estar, con las manos ya curvándose en garras.

—¿Willow? ¿Mamá?

La escena ante mí no tenía sentido.

Allí, desplomado en la alfombra beige de mi madre, yacía Kaelen Vance. Su traje, normalmente impecable, estaba arrugado, su cabello despeinado. Willow permanecía inmóvil con las manos cubriendo su boca. Mamá flotaba cerca, desconcertada pero aparentemente más preocupada que asustada.

—Él simplemente... apareció —tartamudeó Willow—. De la nada. Literalmente se materializó y colapsó.

Mi corazón se detuvo, luego se aceleró. —¿Kaelen? —Me apresuré a arrodillarme junto a él, mis dedos temblando mientras alcanzaba su rostro—. ¿Kae?