Verdades Ocultas y una Conexión Débil

Miré por la ventana de la pequeña habitación de hotel, observando cómo las gotas de lluvia se perseguían unas a otras por el cristal. Mis dedos trazaban distraídamente círculos sobre mi vientre aún plano, mientras mi mente reproducía ese breve y eléctrico momento en que la conciencia de Jaxon había tocado la mía.

—Pequeño Frijol —susurré, sintiendo ya natural ese apodo en mis labios—. Tu papá ya sabe de ti ahora... más o menos.

El dolor agridulce en mi pecho se intensificó. Nuestra conexión había sido tan fugaz—justo lo suficiente para sentir su sorpresa, su asombro, y luego... nada. El vacío que siguió dolía más que no haber conectado en absoluto.

—¿Todo bien?

Me giré para encontrar a Kaelen observándome desde la pequeña mesa donde había estado tomando una taza de café. La luz de la mañana captaba sus rasgos de una manera que me dejaba sin aliento, incluso ahora. Se veía cansado—todos lo estábamos—pero no menos devastador.