El frío toque metálico de la pistola hizo que Cao Bangxi se estremeciera y volviera en sí.
Xiao Ming depositó el cuerpo de Yuan Xiangmei, sus movimientos lentos y suaves, como si ella solo estuviera dormida.
Cao Bangxi permaneció allí sosteniendo el arma, mirando fijamente, inmóvil.
—¿No quieres vengar a tu madre? —preguntó Xiao Ming.
—Yo... fui yo... yo maté...
Como si acabara de recordar lo que había hecho, el cuerpo de Cao Bangxi comenzó a temblar violentamente.
—¡No!
Xiao Ming agarró sus hombros con fuerza, su mirada helada como si pudiera atravesarle el alma.
—¡Fue Wan Xingping! No solo estafó todo tu dinero sino que también te engañó para que mataras a tu propia madre. Todo fue obra suya; ¡él es quien más merece morir esta noche!
—Fue todo él... todo él...
Cao Bangxi miró el arma en su mano, luego a Xiao Ming, y finalmente a Wan Xingping, con la sangre agolpándose en sus ojos.
—¡El que más merece morir eres tú!
Se levantó de golpe, alzando el cañón de la pistola.