—Eso fue especialmente preparado para ti.
Sophie apretó los dientes.
—Está mezclado con veneno letal.
Xiao Ming se rió con ganas.
—Atreverse a mencionar "veneno" delante de mi preciosa Mingyue. Señorita Su, ¡realmente me preocupa su inteligencia! En lugar de mirarme con furia, tal vez quiera echar un vistazo a su propio hombro.
Sophie se quedó paralizada, luego sintió una sensación fría debajo de su oreja izquierda. Giró cuidadosamente la cabeza para mirar y al instante se sintió entumecida por completo.
Allí, descansando sobre su hombro, había un ciempiés rojo de un pie de largo, sus dos antenas temblando sin cesar, con una apariencia extremadamente siniestra.
No hay muchas mujeres en el mundo que no teman a las serpientes e insectos. Sophie se puso tan pálida que casi parecía transparente, rígida como una tabla, sin atreverse a mover ni un centímetro, con gotas de sudor formándose en su frente.