El corazón de Sun Lei también dio un vuelco, pero pensando que no podía ser tal coincidencia que la villa que había pedido prestada a su primo resultara pertenecer a Song Yun... ¡las probabilidades eran demasiado pequeñas, incluso más pequeñas que ganar la lotería!
Con eso en mente, se calmó y dijo con un tono de burla:
—Song Yun, no traigas a alguien solo para engañar a todos, ¿de acuerdo? Mi primo resulta ser el consultor inmobiliario de esta zona de villas. ¿Necesitas que llame para confirmártelo?
Mientras hablaba, Sun Lei sacó su teléfono y marcó a su primo. Todos observaban con ojos ansiosos mientras el tono de llamada resonaba por toda la villa.
—Tuu tuu tuu...
La llamada se conectó, pero el otro lado parecía muy ruidoso, como si estuvieran en una discoteca.
—Primo, solo quería preguntar, ¿quién es el dueño de la villa que me alquilaste? —preguntó Sun Lei de manera aduladora y cautelosa.