—Descansa aquí por ahora; iré a vigilar los alrededores —instruyó Song Yun y luego caminó hacia la parte trasera de la casa de piedra.
A unos treinta centímetros del suelo en la base de la pared, Song Yun desenterró una caja de hierro.
Al abrirla, había una poción dentro que emitía un tenue resplandor azul, tentando constantemente a Song Yun a usarla como los susurros de un demonio.
—¡Mierda! ¿Qué demonios es esta cosa?
Song Yun gastó una gran cantidad de esfuerzo mental solo para apartar la mirada de la poción; ¡era demasiado dominante! Apenas una mirada ya lo había hecho profundamente adicto.
¿Qué pasaría si la usara?
La mente de Song Yun estaba en constante tormento; en su cabeza, ahora había dos pequeñas figuras, una un ángel, la otra un demonio.
El ángel le decía que no usara ninguna poción que no fuera la proporcionada por el sistema, mientras que el demonio seguía instándolo con la tentación de usarla de inmediato.