Capítulo 36 - Una humillación pública y un golpe repentino

La risa retumbó por el salón de baile como una ola rompiente, bañándome en oleadas de burla. Me quedé allí, aparentando calma exterior mientras hervía por dentro. El rostro petulante de Julián brillaba con triunfo mientras observaba la reacción de la multitud ante mi humillación pública.

—¡Mírenlo ahí parado, completamente patético! —gritó Julián, señalándome mientras continuaba su actuación en la plataforma—. ¡El yerno desgraciado que vive con sus suegros y que ni siquiera puede satisfacer a su propia esposa!

Más risas estallaron. A pocos metros, Seraphina se aferraba al brazo de Gideon, sus labios rojos curvados en una sonrisa satisfecha mientras presenciaba mi humillación. Sus ojos se encontraron brevemente con los míos, llenos de nada más que desprecio.

—Escuché que pasó tres años durmiendo en un colchón en el cuarto de almacenamiento —gritó alguien desde la multitud.

Julián aprovechó esto inmediatamente.