Capítulo 97 - Una Oferta de Protección y Afecto

El rostro de Castro continuó enrojeciéndose mientras luchaba por recuperar la compostura.

—Tú... ¡no puedes hablarme así! ¿Sabes quién soy yo?

—Ya nos lo has dicho —respondí con calma—. Y seguimos sin importarnos.

El guardia de seguridad se aclaró la garganta incómodamente.

—Señor, señorita, sobre la verificación de activos...

Isabelle sonrió levemente y sacó su teléfono.

—Un momento —dijo, alejándose para hacer una llamada.

Castro aprovechó la oportunidad, inclinándose hacia el guardia.

—No pierdas tu tiempo. Estos dos son claramente unos farsantes intentando colarse en la subasta.

Me quedé en silencio, observando a Isabelle hablar tranquilamente por teléfono. Su postura se mantuvo elegante y segura, sin un atisbo de preocupación en su comportamiento. En treinta segundos, terminó la llamada y volvió con nosotros.

—Eso debería solucionarlo —dijo simplemente.